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El uso de la energía ¿tiene límites?

Dilluns 11 Novembre 2013

Con el título "El uso de la energía ¿tiene límites?", Pep Puig publica un nuevo artículo en el blog 'Patas arriba' de Energies Renovables

El uso de la energía ¿tiene limites?

Sin energía la vida no existiría. Todas las formas de vida extraen energía de su entorno y la convierten para poder utilizarla. La diferencia entre los seres humanos y las demás criaturas con las que compartimos el planeta, es la capacidad  de iniciar el fuego a voluntad. Cuando nuestros ancestros aprendieron a controlar el fuego se convirtieron en la forma de vida dominante en la Tierra. El control del fuego fue la clave para poder utilizar lo que hoy convenimos en denominar ‘energía’.

Como resultado de nuestra evolución en el planeta, los humanos tenemos a nuestra disposición dos formas de energía. La primera, es la que cada persona genera por si misma. Es la denominada energía metabólica, que se obtiene a partir de la ingestión de alimentos y su correspondiente oxidación a partir del aire que se respira. La energía metabólica permite mantener la vida y realizar las labores necesarias para la supervivencia, La segunda forma de energía es la que se obtiene del exterior del cuerpo humano. Para ello los humanos han desarrollado diversos  tipos de herramientas para extraer energía de su entorno y todo tipo de artefactos que, para hacer su función, necesitan energía. Se puede decir, pues, que las personas manejan la primera forma de energía (la metabólica), mientras que la segunda forma de energía (la que se obtiene del exterior) es manipulada por las personas.

Ya Ivan Illich hizo la distinción entre herramientas manejables (las que adaptan la energía metabólica a una tarea específica) y herramientas manipulables (las que necesitan para su accionamiento, energía exterior). Las herramientas manejables son conductoras de energía metabólica. Las herramientas manipulables pueden servir para multiplicar la energía humana y hasta pueden exceder la escala humana.

Las herramientas son inherentes a las relaciones sociales. En tanto se actúa como persona, ella se sirve de herramientas. Según se domine a la herramienta o la herramienta domine a la persona, la herramienta o vincula o desvincula del cuerpo social. En tanto la persona domine la herramienta, la persona da sentido al mundo; cuando la herramienta domina a la persona, la estructura de la herramienta conforma e informa la representación que la persona tiene de si misma.

Por ello Ivan Illich definió el concepto de herramienta convivencial, como aquella que deja a la persona humana la mayor libertad y el mayor poder para modificar el mundo en la medida de su intención. Una herramienta es convivencial en la medida en que cada persona puede utilizarla sin dificultad, tan frecuentemente como ella lo desee y para los fines que ella misma determine. El uso que cada quién haga de ella no invade la libertad del otro para hacer lo mismo.

Muchas herramientas hoy existentes niegan este poder; más aún, por medio ellas son terceras personas quienes determinan la demanda de cada una, reducen el margen personal de control y rigen el propio sentido. La mayoría de las herramientas que hoy nos rodean difícilmente podrían utilizarse de manera convivencial.

Illich llamó sociedad convivencial a aquella en que la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada a la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas: sociedad convivencial es aquella en la que la persona controla la herramienta.

Para gozar de un nivel de vida digno, sin duda se debe utilizar energía. Pero, ¿cuanta? ¿con qué herramientas? ¿quién debe controlar el sistema?. Este es un debate abierto en que toda la sociedad debería participar. En España este debate está totalmente ausente, pues aún se asume el dogma de fe que imbuye la presente sociedad: más energía, siempre más energía, megatecnologías, control centralizado por parte de la tecnoburocracia.

Hoy, en pleno cuestionamiento del sistema energético vigente en España, es más conveniente que nunca, recordar lo que escribió Ivan Illich ya en 1974: “Creer en la posibilidad de altos niveles de energía limpia como solución a todos los males, representa un error de juicio político. Es imaginar que la equidad en la participación del poder y el consumo pueden crecer juntos. Víctimas de esta ilusión, los hombres industrializados no ponen el menor límite al crecimiento en el consumo de energía, y este crecimiento continúa con la única finalidad de proveer cada vez a más gente de más productos procedentes de una industria controlada cada vez por menos gente (...) Mi tesis sostiene que no es posible obtener un estado social basado en la noción de equidad y al mismo tiempo aumentar la energía disponible, a no ser con la condición que el consumo de energía por cápita se mantenga dentro de unos límites.  (…) Ahora es necesario que los políticos  reconozcan que la energía física, una vez ha traspasado una determinada barrera, se hace inevitablemente corruptora del entorno social. Aunque fuera posible producir una energía no contaminante, y producirla en cantidad, el uso masivo de energía siempre tendrá sobre el cuerpo social el mismo efecto que la intoxicación por una droga físicamente inofensiva pero mentalmente esclavizante. Un pueblo puede elegir entre una droga substitutiva y una desintoxicación hecha a voluntad, pero no puede aspirar simultáneamente a la evolución de su libertad y convivencia por un lado, y una tecnología intensiva en energía por otro.”

¿Empezamos el debate sobre cuanta energía?, Y a su vez, ¿debatimos sobre qué herramientas y quien debe controlar el sistema energético?

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